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viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº1969

Policiales | 24 feb 2016

PADECIÓ LA PRISIÓN POR UN AÑO Y MEDIO

Había matado a un hombre para defender a su familia, estuvo preso y hoy lo absolvieron

El caso de un joven albañil de Pico Truncado. Esta mañana fue el juicio oral y público en la Cámara Penal de Caleta Olivia



Pasó un año y medio preso en Pico Truncado por haber matado a un hombre violento que, en una noche de octubre de 2014, se le había metido en su casa con intenciones de robar o -quién sabe- de algo peor.

El juez de Instrucción de aquella ciudad, Leonardo Cimini, junto al fiscal de Instrucción Gargaglioni, lo procesaron por “homicidio agravado por el uso de arma de fuego”, un delito cuya pena puede ser de hasta 30 años de prisiónn.


Hoy, el fiscal de Cámara, Carlos Rearte, fue el que impartió justicia: decidió no acusarlo, por no encontrar elementos para calificarlo como un homicida, sino que actuó en legítima defensa, por lo que inmediatamente salió absuelto, y eso lo ratificarán los jueces en la sentencia formal.

El hombre juzgado se llama Carlos Fuentealba, un albañil de poco más de 30 años de edad, padre de tres hijos, y fue el único que declaró en este juicio abreviado, oral y público, realizado esta mañana.


Cuando el presidente del Tribunal, Juan Pablo Olivera, luego de dos horas de juicio y tras el alegato del fiscal Rearte, informó al acusado que quedaría en libertad, Fuentealba fue a abrazarse fuertemente con las mujeres de su vida, con su actual esposa, con su madre, sus hijas, y el hijo más pequeñito a quien no pudo verlo crecer en el tiempo que estuvo preso en la alcaidía truncadense.



El abogado defensor, Alberto Luciani, sonrió satisfecho por la decisión y felicitó al fiscal Rearte por su “impecable” trabajo para hacer Justicia.

El caso ocurrió el 14 de octubre de 2014, cuando un agresivo hombre –conocido en Truncado por sus antecedentes de violencia y hechos de sangre- entró a la propiedad de Fuentealba, y éste, en su desesperación, fue a buscar un arma de fuego, de 9 milímetros, y salió disparando contra el agresor que intentó escaparse, subiéndose a una tapia.

El presidente del Tribunal, Olivera, acompañado por los magistrados María de los Ángeles Lembeye y Jorge Alonso, leyó al comienzo los testimonios dados por algunos personas en la instrucción, como la propia mujer de Fuentealba, o una vecina, Jésica Gutiérrez, quien fue clave en este caso porque vio desde la ventana de su casa, el momento en que éste le disparaba al delincuente.

El caso conmocionó en su momento a Pico Truncado, por las situaciones que llevaron a Fuentealba a descerrajar tiros contra Romero.

El procesado es un hombre de actitud tranquila, que reaccionó con violencia ante el temor de que Romero pudiese entrar a la casa a golpear a su familia y su bebé. A los jueces, Fuentealba les dijo: “Cualquiera en mi lugar hubiera hecho lo mismo”.

De hecho, Fuentealba había padecido durante más de un año las amenazas periódicas del “Chavo” Romero cada vez que lo encontraba en algún lugar, sobre todo cuando éste tomaba alcohol en una casa que está cerca de donde vive Fuentealba, y donde se hacían “juntas”.

La familia de Fuentealba también fue víctima de las amenazas de Romero, sobre todo un hermano menor, Maximiliano, quien padeció golpes y hasta el robo de un celular por parte de aquel hombre.

Víctor Hugo “Chavo” Romero, era conocido en Truncado por sus antecedentes, y hasta corría el rumor de que había sido el autor de un homicidio en las afueras de un bar, en un caso que todavía no fue resuelto.

En sus declaraciones ante los jueces, Fuentealba comentó el calvario que vivió meses antes del suceso. Contó que Romero se presentaba en cualquier ocasión amenazándolo y pidiéndole plata para “la joda” o para alcohol y que él, para calmarlo, le tenía que dar cien pesos cada vez, en situaciones humillantes.

Agregó que varios vecinos, conociendo su caso, se acercaron para testimoniar, como un hombre de apellido Ojeda que fue víctima de un ataque con arma blanca por parte de Romero.

Sobre la calificación del delito que dieron los funcionarios de Instrucción, “homicidio agravado”, respondió Fuentealba: “Soy inocente ante eso. Lo hice para defenderme y para defender a mi familia. Yo no salí a buscarlo para matarlo. Yo estaba con mi familia (su actual mujer, su hijo pequeño, y dos hijas adolescentes de una anterior pareja)”.

Cuando Romero, esa noche trágica, empezó a gritar desde la vereda y a golpear el portón, Fuentealba temió lo peor. Salió afuera y Romero le empezó a amenazar y ya se había metido en el patio delantero. Fuentealba ingresó otra vez a su casa, y fue hasta el baño, en cuyo entretecho tenía guardada una pistola 9 mm que nunca había usado y que le pertenecía a su padre, la agarró y cuando salió comenzó a dispararle a Romero, quien intentó fugarse trepándose a una tapia. “Yo no tiré para matar. Quería asustarlo”, recordó Fuentealba.

Lo cierto es que dos balas dieron con la humanidad de Romero: un plomo perforó el omóplato izquierdo, y el otro lesionó intestinos y bazo. Igual, Romero pudo escapar, correr unos metros hasta que cayó al piso moribundo. Fue allí cuando acudió un policía de civil, que volvía de trabajar, y que había escuchado los estampidos e intentó salvarle la vida al hombre que sangraba por la boca.

Un elemento que se tuvo en cuenta en el juicio es que, al parecer, Romero no estaba solo, y que había una o varias personas esperándolo fuera de la casa de Fuentealba, dentro de un Chevrolet Corsa, gris, el cual luego se escapó de la escena.

Los policías investigadores encontraron al conductor de ese Corsa, días después, quien admitió que a Romero lo habían llevado a un lugar pero que no pensaban que iba a terminar así. Ese hombre no terminó preso.

Fuentealba, en tanto, temiendo que viniese alguna represalia de algún otro delincuente, lo primero que hizo luego de haberle disparado a Romero fue levantar a su familia, y llevarla en su auto a la casa de un familiar.

“Nunca estuve prófugo. Sólo me fui del lugar para proteger a mi familia. Pero después de esa noche, al primer día hábil, me presenté voluntariamente a la Justicia, con mi abogado defensor”, aclaró.

De todas formas, todo esto no sirvió para que escapara de la prisión. El juez de Instrucción truncadense, Leonardo Cimini, y el fiscal Sergio Gargaglione, decidieron caratular la causa como “homicidio agravado”.

Hoy, el fiscal general Rearte opinó distinto, es por eso que el hombre regresó a su hogar, a reconstruir su vida después de aquel terrible hecho que él no lo buscó.


El abogado Luciani, cuando se supo la decisión del fiscal de Cámara, dijo que hubiera hecho falta otra cosa para que esto fuera un hecho de Justicia completo, que Fuentealba no haya llegado a este día detenido. También dentro de la familia de Fuentealba quedó otro malestar: por qué la Policía o el juez truncadense no actuó antes, cuando había varias denuncias registradas de amenazas violentas por parte de Romero.

Sin embargo, para los familiares hoy es un día de celebración, de alivio y de muchas lágrimas. Sólo hubo lágrimas en esta tranquila familia, no hubo gritos, sólo abrazos y besos entre sí. Lo llamativo: no hubo nadie, ni un familiar o conocido del “Chavo” Romero en el lugar. 

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